El ritmo de mis palabras no tiene fin. Tan distinto de todo lo demás en este mundo. Ellas son la única salida, la única opción de trasgresión que yo conozco en este orden científico. Y lo juntan todo y lo separan a la vez. Son ellas el principio y mi final. Recipiente infinito de la existencia.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Sueño


Me busqué. En Mis ojos, en mis manos, en mi propia piel que no será nunca mas la piel de otro. Me busqué en el vacío; Navegando soledades, descubriendo los mapas de mi sonrisa sobre la noche.

Y me encontré. En el miedo, en la fresca incertidumbre delante del espejo.

Depronto abrí los ojos y descubrí mi cuerpo abrazado por las lágrimas, exiliado de la patria del vértigo. Allí simplemente seguía dormida, soñando con caballos blancos.

1 comentario:

Eduardo Bechara Navratilova dijo...

Eso de que "mi propia piel que no será nunca más la piel de otro" es muy poético y muy diciente, además de no ser cierto.