El ritmo de mis palabras no tiene fin. Tan distinto de todo lo demás en este mundo. Ellas son la única salida, la única opción de trasgresión que yo conozco en este orden científico. Y lo juntan todo y lo separan a la vez. Son ellas el principio y mi final. Recipiente infinito de la existencia.

martes, 2 de junio de 2009

La Ironía de Juan Pablo Castel (o el grito desde El Túnel)

La búsqueda no cesa y en el camino se resumen las coincidencias que no son más que los caprichos del azar. Entiendo entonces que la vida se empeña en llevarnos por lugares que no se pueden evadir. Mientras tanto el desacierto no se diluye y en mí persiste el sueño de estar equivocada. El universo todavía tiene que demostrarme su teoría.
A esos errores, a esos caprichos sobre los que se vierte la anestesia de la desesperanza, a esa gran certeza; la de las horas perdidas, la del secreto mundo de peces y caracoles…a los millares y a los invisibles ceros. A todos los que pasaron por alto la ventana de Maria…les lanzo mis palabras dentro de una botella...

3 comentarios:

Clarisa Vitantonio dijo...

Moni, que bueno volver a saber de ti y saber que estas allí.

Un fuerte abrazooooooooo
Y Besos

Gabriel Gonzalez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gabriel Gonzalez dijo...

a mi me parece que la ESPERANZA si que tiene cualidades anestesicas, a diferencia de perder las esperanzas que nos despierta.

saludos, interesante :O